sábado, 23 de noviembre de 2013

Decomo un coordinador de Atendo @renfe no se entera de como se debe dar asistencia.

Ayer llegaba a Barcelona un twittero de los de toda mi vida en twitter, Jorge García Durán, y como dije en un tweet mañanero, iba a desvirtualizarlo con el permiso de Atendo.
Pues, Casi consiguen que no realizáramos nuestros planes.
El asunto era relativamente sencillo, o al menos yo así lo creía: Jorge venía en un AVE que llegaba a Barcelona a las 14:25, y una vez nos encontráramos, debíamos tomar un cercanías para Caldes d'Estrac, que tenía su paso por Sants a las 14:39..
A las 14:10 llego al despacho que atendo tiene en el centro neurálgico de la estación de Sants, y me preguntan que qué necesito:
Pues, la cosa es la siguiente: Tienen previsto rescatar del AVE de Málaga a una persona que va en el coche * con asiento *. Me interesaría, si por favor, lo pueden traer aquí o a un punto que ustedes fijen, donde podamos encontrarnos, y acompañarnos a ambos hasta la vía 8, donde tenemos un tren para Caldes.
Uy, no va a ser posible! La persona que lo va a recoger, a las 14:40 tiene otro servicio, y no va a poder hacer eso, Lo único, es sacarlo del tren y dejarlo en el vestíbulo!
Mi asombro y cabreo fueron parejos:
Como? Y si no conoce la estación, como lo hace? Como hago yo para encontrarlo si ninguno de los dos vemos?
No, lo único que puede hacer es esperar, y coger el siguiente tren.
Se da cuenta, que el siguiente tren es a las 15:16, y que con un poquito de buena volutad se puede hacer lo que le pido? Solo necesito que nos acompañen a la vía 8, somos autosuficientes para coger el tren, si ustedes tienen problemas de personal.
No, yo no me puedo responsabilizar que un viajero pierda el tren por hacer este servicio.
Bueno, no me va a quedar más remedio que hacer como usted dice, aunque verdaderamente, están aquí 4 personas sin dar clavo, y con voluntad cero de ayudar. Voy a sacar mi billete, que aún tengo tiempo, y que Sea lo que tenga que ser!
Felisa, acompaña al señor a la taquilla, y luego vas a buscar al cliente del AVE de Málaga.
 
Salimos al vestíbulo, y le comento, que no entendía verdaderamente la negativa del coordinador para echarnos una mano, a lo que ella me dice, que es una mandada, y que no decide.
Le pido entonces, si al menos cuando lo saque del AVE y visto que va a cercanías me puede encontrar en el camino, que lógicamente yo la esperaría junto a la zona de taquillas, que ella debía superar para acompañar a mi amigo hasta la famosa vía 8. Me dice que eso no es problema, y que de acuerdo. Me deja en la taquilla, saco mi billete, y me dirijo al punto acordado con ella, cerca del pasillo que lleva a Atendo.
A las 14:34 se produce el encuentro con mi amigo, nos lleva hasta el control de seguridad donde mostramos nuestros billetes, y nos acompaña al ascensor. Le agradezco las explicaciones de donde están los botones y de donde está la puerta que se abrirá en el andén, y la saludo con el encargo de "agradecer efusivamente" al coordinador por su buena voluntad.
Bajamos al andén, y en la vía 8, estacionado un tren que nos dice una amable señora que es para Maçanet-Massanes, nos indica la puerta, y subimos.
Ya en el tren, Nos saludamos como merecía la ocasión, y comentamos la jugada. La pobre Felisa, una superwoman de la atención al viajero, llevaba al salir del AVE la maleta de mi amigo, a mi amigo ciego, y una silla de ruedas de otro pasajero.
Dejó al pasajero en silla de ruedas en el punto donde nos encontramos con mi amigo, y volvió a rescatarlo y terminar su trabajo en 3 minutos. Mientras tanto, en el despacho, se estaban pasando el rato y diciendo que no se responsabilizarían de absolutamente nada.
Con esta desgana y mal trato, entenderán que algunos podamos alegrarnos si en el futuro cambio de empresa, se hace una limpieza de gente que no quiere, y no sabe atender al público.
 

sábado, 9 de noviembre de 2013

Consciencia, conciencia y conveniencia: tres enemigas irreconciliables.

Soy consciente que lo que voy a escribir no va a sentar nada bien a
algunos lectores.
Mi conciencia me dice que debo escribirlo, y no tengo nada claro que sea
conveniente hacerlo.

Esta reflexión la llevo madurando toda la semana tras los
acontecimientos que precipitaron el cierre de RTVV.

Quiero pensar, que los trabajadores de cualquier medio de comunicación,
yo entre ellos, somos conscientes que nos debemos a las direcciones de
nuestros respectivos medios.
Ellos dictan lo que se debe y no se debe cubrir, según sus intereses,
más que por los intereses del espectador final. La forma de cubrir
realizar y dar una noticia, nunca en un medio público se hizo siguiendo
criterios periodísticos, en los que la famosa frase pronunciada en los
informativos de Tele5 allá por los años 90 "así son las cosas, y así se
las hemos contado!" es una auténtica utopía.

Los jefes mandan, los jefes disponen y los empleados, conscientemente
cumplimos las órdenes.
Los medios de comunicación públicos, pocas veces han sido dirigidos por
periodistas, sino por comisarios políticos del gobierno pagano.
En RTVV se ha visto claramente esta situación, particularmente en estos
últimos días, en que los informadores han pedido excusas por no informar
correctamente de muchas cosas ocurridas en los últimos años.
La duda, es: Qué entienden ellos por informar correctamente?
Yo no lo tengo claro. Hay 3 posibilidades: 1. La que ha ocurrido, que el
comisario político ha utilizado su lápiz rojo censor y ha ordenado
esconder cosas que pueden hacer daño al partido político gobernante. 2.
que los espectadores esperen que se carguen las tintas contra el
gobierno por los errores cometidos, o por los que ellos creen que se han
cometido, simplemente porque cualquier acción del gobierno, que no
coincide con su ideario político, es mala y nefasta. Que los periodistas
cuenten, aunque no sean ciertas informaciones criticando a los gobernantes.
3. La utopía, que el periodista haga de notario de la actualidad y se
limite a contar los hechos, sin pensar ni en los deseos de ocultar de
sus jefes ni en las ganas de carnaza del público destinatario de la noticia.
Los compañeros de RTVV han cometido varios errores, y ahora pagan las
consecuencias, al quedarse solos e incomprendidos por la mayoría de la
sociedad.
1. No se revelaron ante las marcas de lápiz rojo de los jefes.
2. asumieron sumisos, porque así les convenía, que los jefes limpiaran
de contestatarios las instalaciones de la empresa con un ERE salvaje.
3. cuando la justicia, lenta, y casi siempre segura ha puesto a cada uno
en su lugar, han respondido a la extemporaneidad de la decisión de sus
jefes, sacando a relucir fuera de tiempo y contexto, todas las chapuzas
y componendas de sus jefes, porque claro, ahora, ya no les sirve obrar
según conveniencia. Ahora, son ellos las víctimas de los mismos jefes a
los que han consentido.
Lo ocurrido en RTVV nos debe hacer reflexionar a todos. Las cosas son
como son, no como queremos que sean. Esto es válido para todos, tanto
periodistas como jefes, o gobernantes.
Que se ha perdido la esencia del periodismo, es un hecho. Que la ética,
asignatura que los periodistas estudian en primero de carrera, es una
asignatura a la que muchos han faltado, y que la manipulación está
asumida como normal. Nos dejamos manipular por los jefes interesados en
dar un determinado mensaje. Nos dejamos manipular por los shares de
audiencia, que condicionan la publicidad y los ingresos de las empresas.
Manipulamos al espectador final, el que no tiene una idea concebida,
pero que se fía de nosotros porque nos consideran un referente.
Ha llegado el momento de cambiar esta forma de hacer periodismo,
particularmente en los medios públicos, pagados por todos los
contribuyentes, el de derechas y el de izquierdas, el independentista y
el ultranacionalista. Nos debemos a los espectadores, y debemos contar
lo que sucede, no lo que nuestros jefes o nuestra ideología nos dicen
que sucede.
Debo decir, que no soy periodista, que soy uno de aquellos empleados de
base necesarios para que el milagro de que una noticia llegue a casa del
telespectador se realice cada día.
Solo una vez me he sentido despreciado por un periodista que entendía
que yo no debía formar parte de las decisiones de la emisora. Él nunca
entenderá que si yo no estoy, el no podrá tener todas las armas
necesarias para realizar su trabajo, y tampoco sabrá, porque no se lo
merece, si trabajo porque considero que las informaciones que da son
buenas, o simplemente porque me conviene, porque tengo una familia y al
final también ellos comen.
Soy consciente que lo que escribo no gustará, que mi conciencia me
dictaba escribirlo, y que sigo sin saber si verdaderamente me conviene
haberlo escrito.